Al mediodía cuando a bajé a comprar el almuerzo había una pareja peleándose en la parada del colectivo. El tono de la conversación se fue elevando, hasta que en un momento ella lo agarró a carterazos limpios para luego irse gritándole: ¡¡¡Pelotudo, ojalá que te mueeeeraaaas!!!
Escenas como esa son como los separadores de algunos programas de radio: no tienen que ver con lo que estaba pasando en ese momento, aparecen de sorpresa y te arrancan una sonrisa.
1 comentario:
Disfrutar de la desgracia ajena es lo que hace que estemos solas! jajajaja
un beso!
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