Me siento en el tren y me acomodo, la cabeza contra el vidrio, toda yo bien pegada contra la ventana, evitemos el contacto humano lo más posible. Saco mi libro y busco la página de memoria, siempre me olvido de agarrar un señalador y esta edición no viene con solapas. Escucho una tos, el muchacho de enfrente estará con catarro...tose de vuelta. Y otra vez. Esa tos me suena algo forzada, pero no voy a mirar. Si miro corro el riesgo. ¿De qué? Nunca se sabe, años de tren me enseñaron que es mejor no mirar, a no ser que estemos seguros de que nuestra mirada pasará desapercibida, siempre tenés alguien enfrente, tierra fértil para una situación incomoda.
El tipo tose una vez más y después se calla por un rato. En ese momento aprovecho y miro. Y ahí frente mío, está la razón de su tos ficticia llamadoradeatencióndelachicadeenfrente: Estamos leyendo el mismo libro, misma edición, en idioma original, tal vez comprado en el mismo lugar (altamente probable), inclusive ambos volúmenes deben haber viajado a Buenos Aires en la misma caja o aunque sea el mismo container, la única diferencia es que él va más adelantado con la lectura.
Si mi vida fuese una película de Drew Barrymore, algo hubiera pasado, una frase, una risa, una misteriosa conexión. Pero no, no pasa nada. Yo no soy Drew y él, por más que trate, nunca será Gerard Butler. Vuelvo a mi libro y “Tosesita" se da por vencido.
Yo ya tengo a mi Gerard y el libro está muy interesante como para andar distrayéndome con tontas coincidencias y gente de tos rara.