Hay muchas cosas que son imposibles de dejar, que generan una compulsión magnética, para mí la lista es larga, pero hay una en particular con la que, la mayoría del tiempo, mantengo mis distancias para prevenir nefastos resultados: El fibrón negro indeleble. Hoy me puse a marcar unas cajas y carpetas con apuntes viejos que se van para el archivo y el momento de enfrentar mis demonios llegó: ¡por dios! la gloriosa sensación de dejar esa marca que no se puede borrar, que queda en cualquier superficie, imposible de ignorar porque resalta contra casi todos los colores, brillante, de trazo ancho, con ese olor fuerte que en mi cerebro activa algún centro neuronal arcaico que me dice: más , dale, otra cosa, marca otra cosa: esa caja de cds o los dvds que tienen el nombre solo en el sobrecito o la botella de agua o esa pelota rebotina o los lápices 2B o el estante nuevo o el perro...aahhhhh. Cuando me estaba por acercar al inalámbrico(superficie de plástico liso, lejos la mejor) no se cómo pero puede resistirme. El lapsus había terminado. Por hoy mi némesis volvió al cajón, pero la amenaza sigue latente, no se cuándo, uno de estos días me doy otro viaje de fibrón negro.
9/5/09
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1 comentario:
siento lo mismo por la cinta de papel.
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